Y estaban vivos...

Primera imagen que constató que, efectivamente, los 33 mineros estaban con vida.   A días del hallazgo de los 33 mineros atrapados en el norte de Chile, las reflexiones se suceden unas a otras. Los adjetivos calificando el hecho como milagroso, sensacional o misterioso se amontonan. La distancia ya nos permite una mayor reflexión ante este regalo. El 22 de agosto quedará en la historia patria como un hito de esperanza y fe. Una fe que no desfalleció nunca en medio de gente acostumbrada a la dureza de una tierra que no les ha sido fácil. La fe inquebrantable de hombres endurecidos por el trabajo al interior de las minas le devuelve aire y vida a un alma patria golpeada por varias tragedias en los últimos meses. No levantábamos cabeza del terremoto y ya se nos golpeaba con la tragedia de la mina San José...

| Padre Hugo Tagle (Chile) Padre Hugo Tagle (Chile)

Los pronósticos de sobrevivencia eran pocos. No más de 2% según las estimaciones de varios medios. Datos serios avalaban ese porcentaje y el sentido común lo confirmaba. Sobrevivir en esas condiciones, más aún, que lo hagan los 33 mineros, sobre todo los mayores entre ellos, sería imposible. Se aspiró, al menos, a encontrar los cuerpos.

Pero la Providencia dispuso otra cosa. El 22 de agosto fue domingo. Más aún, día de María Reina. Muchas coincidencias como para dejarlas pasar sin más. Poco se ha dicho de la gran fe de los mineros y sus familiares. La Virgen de la Candelaria ha estado presente en todos los rincones del campamento "Esperanza". Se la ve, llena de coloridos, velas y flores secas, propias de una piedad que no se fija tanto en patrones estéticos como en dar rienda suelta a su cariño y devoción. Presencia elocuente de una fe viva, que no se dejó abatir, que brilla como gran regalo para una patria no siempre unida.

Ya es casi lugar común, pero nos hace bien recordarlo: la sobrevivencia de los mineros es un regalo de fe y esperanza para este Bicentenario. Una verdadera carta de intenciones, una invitación a vivir estas fiestas con sentido de nación, a no dejar morir lo más noble de esta tierra nuestra.

La primera pregunta de uno de los mineros no fue por ellos. Fue por la vida de sus compañeros, los que lograron salir. Una solidaridad que está  lejos de ser evidente. Otro tanto la forma en que se organizaron, distribuyendo lo poco que tenían para comer ¿¡Cómo no subrayar esos pequeños gestos que tan bien nos hacen en una sociedad que no pocas veces se deja tentar por luces egoístas y superficiales!? Las virtudes vividas por esos hombres han sido mejores que muchos documentos sobre solidaridad y fe.

El temple de un hombre, su nobleza, se prueba en la adversidad. Y ellos han sabido ser ejemplo de entrega solidaria. Y su enorme y sencilla fe en Dios. Para nada evidente. Fe en Él y sus familias, que han alimentado el coraje y tesón de los rescatistas, amigos y voluntarios.

Me han preguntado ¿y si hubiesen estado muertos? ¿De qué sirvió toda esa oración? De mucho.  Dios sabe cómo conduce la historia humana, respetando su libertad, pero abriendo nuestro corazón para su mejor comprensión. Ese es el gran secreto y logro de un diálogo fluido - que es la oración - con el Dios providente y bueno, que todo lo quiere para bien del hombre.  Quienes en su vida lo esperan y lo buscan, encuentran al Dios que se ha hecho nuestro hermano por amor; todos los que en su corazón tienden al bien y lo buscan sinceramente, encuentran a Dios. Las bienaventuranzas han encontrado camino y expresión viva en todos los acontecimientos vividos estos días.

Ese "estamos vivos" trae nueva vida a una tierra sufrida por los efectos de una naturaleza muy rica pero, a ratos, veleidosa y misteriosa. El Bicentenario adquiere rostro, sentido y finalidad. Nos damos cuenta que, más importante que las celebraciones, los monumentos o las construcciones, es el temple de nuestra gente, la vivencia de virtudes nobles, las que construyen el Chile que soñamos.

P.Hugo Tagle
Capellán UC
Chile


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