UN CORAZÓN PARA FELIPE

Escribo estas líneas mientras Felipe Cruzat, el niño que necesita con urgencia un trasplante, recibe un corazón artificial, a la espera de uno definitivo. ¡¡ Es de esperar que eso suceda !! Junto co...

| Padre Hugo Tagle Padre Hugo Tagle
Escribo estas líneas mientras Felipe Cruzat, el niño que necesita con urgencia un trasplante, recibe un corazón artificial, a la espera de uno definitivo. ¡¡ Es de esperar que eso suceda !! Junto con ello, también es una alegría que el tema de la ayuda para Felipe haya colocado sobre el tapete el tema de la donación de órganos, lo que aún es un punto delicado en nuestra agenda. Si bien hay mayor sensibilidad ante la necesidad de quienes necesitan un nuevo órgano para vivir, aún son muchos los chilenos que no se suman a esta cruzada. Personalmente, estoy a favor de la presunción que haría la ley de considerarnos a todos "donantes universales" y que, por excepción, las personas se puedan negar a donar sus órganos si así lo estiman conveniente. Somos aves de paso por la tierra y nuestro cuerpo bien puede servir a otros si sufrimos un accidente fatal o alguna enfermedad. Crecemos en humanidad al saber que podemos ayudar a otros que sufren; y ese otro puede ser uno mismo. Pero, así como debemos ser generosos con la entrega de nuestros órganos propios, debemos también aspirar a ser más generosos en todos los aspectos de la vida. La donación de bienes, muchos de ellos prescindibles, es una consecuencia necesaria de la generosidad. En realidad, siempre deberíamos estar preguntándonos dónde puedo tender una mano, ayudar a alguien, paliar algún dolor, curar alguna herida. Solo tenemos esta vida - corta, por lo demás - para ayudar a otros, para ser solidarios. La generosidad es una virtud que se debe ejercitar diariamente sino, se apaga y pierde. Felipe nos ha sensibilizado ante el dolor ajeno, inesperado, injusto. Su trance complejo ha sido una buena lección para enfrentar el dolor en forma comunitaria. Aquí vemos que, con la actitud correcta, se puede hacer mucho bien. La gran alegría para Felipe y sus padres será, junto con un nuevo corazón, ver que su dolor y angustia no fue en vano; que despertó una nueva sensibilidad que nos ha hecho más humanos, más cercanos, más solidarios. Es de esperar que todo salga bien. Como sea, su actitud ha sido un gran aporte y triunfo: han sembrado la conciencia de que hay temas que nos unen; que con orden y empeño, podemos hacer de la ayuda algo posible y no solo quedarnos en las buenas intenciones. Triste sería que esta oleada de buenas intenciones quedara en nada. Felipe y su familia pueden sentirse ya contentos, porque su empeño no ha caído en el vacío: movilizó energías que no se perderán y que traerán más corazones en forma de bien, amistad, apoyo y compañía. P. Hugo TagleSacerdote
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