Revisión diaria y cuaderno personal

Junto con la formulación del Ideal Personal, el propósito particular, el horario espiritual, la confesión regular y la cuenta de conciencia mensual, el sistema de autoformación schoenstattiano nos proporciona otros medios complementarios que han probado ser especialmente adecuados y eficaces.

P. Rafael Fernández

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Junto con la formulación del Ideal Personal, el propósito particular, el horario espiritual, la confesión regular y la cuenta de conciencia mensual, el sistema de autoformación schoenstattiano nos proporciona otros medios complementarios que han probado ser especialmente adecuados y eficaces. Estos son: la revisión diaria, el cuaderno personal, la renovación mensual y la dirección espiritual. Nos referiremos brevemente a cada uno de ellos:

Revisión diaria

La vida espiritual posee un cierto ritmo, diario, semanal, mensual y anual. Este ritmo está marcado por las renovaciones y revisiones de vida, las cuales tienen una importancia decisiva en nuestra autoformación. Junto a esas «pausas creadoras», repartidas a lo largo del día, es conveniente, ya sea al comenzar el día o al terminar la jornada, recapitular lo que hemos vivido durante el día pasado. Es por eso que dedicamos al menos un cuarto de hora, y ojalá más tiempo, a una revisión de vida a la luz de la fe práctica en la Divina Providencia. El sentido de esta revisión diaria es volver a encontrarnos con el Dios de nuestra vida, con Aquel que nos ha llamado a una alianza de amor personal y que ha estado constantemente junto a nosotros.

El Señor nos hace señales, nos invita, nos advierte, nos muestra sus planes a través de lo que acontece a nuestro alrededor. Por eso, en el silencio, recordamos lo que ha sido el día y tratamos de descubrir, en la fe, el paso de Dios por nuestra vida cotidiana. Esta "revisión de vida" se enmarca en la "meditación de la vida", que es el método de meditación original que propone el P. Kentenich especialmente para aquellos que buscan vivir la santidad en medio del mundo.

Generalmente, en el transcurso del día, surge uno u otro suceso que nos toca de modo especial: un encuentro con alguien, un fracaso, un problema que nos cuesta enfrentar, una alegría, etc. En ese acontecimiento, buscamos descubrir el llamado del Señor, mirándolo con la hondura de la fe, y respondemos entonces al Señor, manifestándole, según el caso, nuestra gratitud, alabando su bondad, abandonándonos nuevamente en sus manos o pidiendo perdón por aquello en que lo hemos ofendido.

Esta revisión no es simplemente un «examen de conciencia». Su finalidad primaria no consiste en examinar si nuestras acciones fueron buenas o malas, desde un punto de vista puramente moral. Tampoco se trata de un mero análisis reflexivo. En la revisión escudriñamos, con fe y con amor, el mensaje del Dios de la vida y, a través de los acontecimientos y vivencias que hemos tenido, reavivamos nuestro diálogo filial con él.

Para realizar la revisión diaria podemos valernos de las siguientes preguntas:

1. En relación a hechos positivos: ¿cuáles fueron los principales regalos que he recibido hoy del Señor y de María? ¿Qué debo agradecer especialmente? ¿Cuáles fueron los mensajes o las insinuaciones más claras del Señor?

2. En relación a hechos negativos: ¿qué actitud, acción u omisión mía entristeció al Señor? ¿Cómo puedo interpretar tal cruz o tal debilidad, a la luz del amor de Dios?

No es necesario hacer una enumeración de todos los hechos posibles. Lo que importa es la profundidad y no la cantidad. Por eso, quizás elegiremos un solo punto, pero nos quedamos en él, «gustándolo». Podemos ayudarnos con las siguientes preguntas:

– ¿Qué me dice Dios con esto? (¿cuál es su mensaje?)

– ¿Qué me digo yo a mí mismo? (¿cuál ha sido mi actitud, comportamiento, etc. al respecto)?

– ¿Qué le respondo a Dios a partir de este hecho? (Converso con el Señor, le abro alma con gratitud, entrega, petición, etc.)

Una vez terminada la revisión general del día, pasamos a revisar el propósito particular. Este es el momento de compenetrarnos nuevamente de su contenido y de su motivación.

Estamos luchando por una actitud determinada. Entonces nos preguntamos si estuvimos alertas, cómo lo hemos realizado, qué logros y qué dificultades se han presentado, cuáles han sido los regalos recibidos y cuáles nuestras fallas. Nuevamente, no interesa tanto un análisis sistemático o cuantitativo, sino el diálogo personal y afectuoso con Dios. Lo que pueda haber de «examen», es sólo una ayuda para llegar a lo más importante: la relación y el diálogo íntimo con Dios.

Después de revisar el propósito particular, controlamos el cumplimiento del horario espiritual. Lo efectuaremos con calma y no simplemente anotando algunos signos en forma superficial.

Cuaderno personal

A muchas personas les resulta más fácil hacer la revisión del día con la ayuda de un cuaderno de apuntes personales.

Sobre todo al inicio o durante ciertos períodos de sequedad interior, éste puede ser especialmente útil. El cuaderno de apuntes no es un «diario de vida» en el cual se registran todas las cosas del día. Es más bien una ayuda para nuestra meditación o para dejar constancia de ciertos hechos, que tienen especial importancia para nuestro desarrollo espiritual, y que luego volveremos a revisar en la renovación mensual.

En el cuaderno personal van quedando escritas nuestras meditaciones sobre el Ideal Personal y nuestras renovaciones mensuales. Así podremos contar con un instrumento valioso para nuestros retiros anuales, a fin de descubrir con mayor claridad la historia de amor que Dios quiso tejer en nuestra vida, evitando que muchos hechos caigan en el olvido.