Renovaciones frecuentes del Ideal Personal

Cuando hablamos de renovar o «repetir» el Ideal Personal, no pensamos en una repetición mecánica y forzada. Se trata de renovaciones que son una actualización del amor y de nuestra unión afectiva con el Señor; son «pausas creadoras» a lo largo del día, momentos en que nos vinculamos en forma más intensa y profunda con el Señor y con María en el santuario de nuestro corazón.

P. Rafael Fernández

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En el trozo del Deuteronomio que citamos anteriormente, se decía a Israel que debía grabar en su corazón las palabras de la ley, y que debía repetirlas y atarlas como recordatorio en las manos, en las puertas de las casas, para tenerlas siempre presentes. Algo semejante hacemos con el Ideal Personal.

Cuando hablamos de renovar o «repetir» el Ideal Personal, no pensamos en una repetición mecánica y forzada. Se trata de renovaciones que son una actualización del amor y de nuestra unión afectiva con el Señor; son «pausas creadoras» a lo largo del día, momentos en que nos vinculamos en forma más intensa y profunda con el Señor y con María en el santuario de nuestro corazón.

El amor quiere renovarse y debe hacerlo para mantenerse vivo. Estas renovaciones «planificadas» nada restan a la espontaneidad de ese amor. Por otra parte, pedagógicamente se hacen necesarias debido al hecho que estamos heridos por el pecado original, que somos seres de carne y hueso y no ángeles, que estamos en camino y en medio de una lucha, de modo que si nos adormecemos y no vigilamos, «nuestros corazones se harán pesados» y serán otros amores los que nos arrastren en pos de sí. No en vano nos amonesta el Señor a estar constantemente en una actitud de vigilia.

Hay dos renovaciones del Ideal Personal que revisten especial importancia: la renovación al inicio y al término del día (ver en el "Hacia el Padre" las oraciones de la mañana y de la noche).

Normalmente, acostumbramos hacer una revisión amplia del día en forma detallada, sea ésta en la noche o en la mañana; ello depende de cada persona y de su disponibilidad de tiempo. En esta renovación, recorremos el día a la luz de la fe práctica en la Divina Providencia. Entonces, todo lo que nos ha acontecido cobra sentido en relación con el Ideal Personal.

La oración de la noche recoge todo lo que ha ocurrido en el día y lo contempla a la luz del Ideal, para agradecer, pedir perdón, alabar y adorar. Esa oración encuentra su complemento y su prolongación, antes de dormirnos, cuando elevamos con simplicidad nuestro corazón al Señor, le entregamos nuestro descanso y le ofrecemos levantarnos al día siguiente a la hora señalada para realizar con alegría nuestro Ideal Personal y cumplir así su voluntad.

Al día siguiente, cuando nos levantamos, nuestros primeros pensamientos se dirigen al Señor para saludarlo y ofrecerle, a él y a María, la nueva jornada que quiere ser conformada según el ideal. Este corto saludo encontrará mayor expresión en las oraciones de la mañana y en la eucaristía.

La acción de gracias después de la comunión y la meditación, que hacemos diariamente si es posible, son siempre ocasiones privilegiadas de renovación y de profundización de nuestro ideal, en el diálogo íntimo con el Señor.

Además de las renovaciones al inicio y al término del día, es conveniente renovar el Ideal Personal en torno al mediodía.

En estas renovaciones, el lema, el símbolo y la pequeña oración del Ideal Personal, constituyen una valiosa ayuda. Basta una breve mirada a nuestro símbolo personal, o el recuerdo de nuestro lema, para revivir todo el contenido que ellos esconden y ponernos en contacto en forma simple y directa con el Señor desde el centro de nuestra personalidad. A través estas «pausas creadoras», tomamos contacto nuevamente con el «núcleo de nuestra alma», con nuestra «idea predilecta», en medio de la actividad diaria. Al hacerlo actualizamos la unión personal con el Dios de la vida y nos reorientamos hacia lo que da sentido a nuestra existencia. En otras palabras, creamos en nuestro interior un «clima espiritual» que nos vivifica y da un estilo a nuestra vida.

Ciertamente que, más allá de estas renovaciones «programadas», también existen las renovaciones «espontáneas» del ideal, que se dan en cualquier momento del día, o cuando alguna circunstancia nos lleva a pensar conscientemente en él.