Más allá del 27-F

      Escribo estas líneas antes del discurso del 21 de mayo. Pero intuyo lo que el Presidente nos va a decir: proyectar el país más allá del terremoto. Le encuentro toda la razón. La urgencia impresa a las primeras semanas producto de esa catástrofe no puede ser obstáculo para mirar hacia adelante; para inhibir otras iniciativas, dejarnos anonadados en lo inmediato; lo que, al final del día, repercute negativamente en los mismos afectados. Cuando se sufre un hecho traumático, se aconseja fijar la atención en otras cosas para superarlo. Algo de eso debe suceder entre nosotros. Quizá la mejor forma de superar los efectos del terremoto, de ayudar a los miles de damnificados, es lanzar líneas hacia el futuro, abrir los horizontes y proyectar los grandes anhelos que nos mueven como país. El sentimiento de urgencia no puede...

| Padre Hugo Tagle Padre Hugo Tagle

Escribo estas líneas antes del discurso del 21 de mayo. Pero intuyo lo que el Presidente nos va a decir: proyectar el país más allá del terremoto. Le encuentro toda la razón. La urgencia impresa a las primeras semanas producto de esa catástrofe no puede ser obstáculo para mirar hacia adelante; para inhibir otras iniciativas, dejarnos anonadados en lo inmediato; lo que, al final del día, repercute negativamente en los mismos afectados.

Cuando se sufre un hecho traumático, se aconseja fijar la atención en otras cosas para superarlo. Algo de eso debe suceder entre nosotros. Quizá la mejor forma de superar los efectos del terremoto, de ayudar a los miles de damnificados, es lanzar líneas hacia el futuro, abrir los horizontes y proyectar los grandes anhelos que nos mueven como país. El sentimiento de urgencia no puede ni debe desaparecer. Pero debe ir aparejado a un proyecto que vaya más allá de los efectos inmediatos de una catástrofe como la vivida.

De hecho, a los mismos afectados por el sismo les ayudará una buena cuota de "normalidad" y no la constante referencia a ellos como "víctimas" que a estas alturas resulta un estigma contraproducente. Chile merece mucho más que puras frases lastimeras, de fatalidades que alimentan solo frustraciones. De la sensación de urgencia se debe pasar a la elaboración de sueños reales, aventurarse en los grandes desafíos del país.

Lamento, incluso, que los grandes proyectos "Bicentenario" se hayan desinflado. Es hora de darles nuevos bríos e inyectarles tanto recursos como ideas. El puntal del desarrollo de un pueblo está en su fuerza, su ñeque y tesón. Entiendo que el terremoto nos haya constipado, casi afiebrado y jibarizado las ganas de vivir. Pero no puede robarnos las ganas de salir adelante y levantarnos con mayor ánimo y fuerza.

Me preocupa el excesivo asistencialismo en que se ha caído; en que pareciera que se espera todo del "papá Estado" y poco de las iniciativas particulares. Urge un cambio de mentalidad, en que se aprenda a tomar las riendas de la propia existencia, sin olvidar al otro, a quien tengo a mi lado y, sobre todo, a quien sufre más.

El 21 de mayo recuerda una derrota. Somos de los pocos países que celebramos derrotas. Pero de ella surgió una victoria. Más que contra otros, contra nosotros mismos. La gesta del 21 de mayo inyectó nuevas energías a un Chile que se encontraba en ese entonces desorientado y alicaído. Fue un importante punto de inflexión, casi decisivo, para los lustros siguientes.

Silenciosamente, peregrina en estos meses por la patria, la imagen de la Virgen del Carmen. Sin aspavientos ni mayor parafernalia, su presencia viene a recordarnos un punto de unidad que cruza de norte a sur el alma de Chile. De esa alma, de su fe, de su sentido religioso, puede y debe brotar nueva vida.

Padre Hugo Tagle
Santiago, Chile 2010

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