Evangelio miércoles 8 de noviembre

Miércoles 8 de noviembre de 2023 | Osvaldo Andrés Iturriaga

8 de noviembre del 2023

Evangelio según Lucas 14, 25 – 33

Inicio del Mes de María

Miércoles de la trigésima primera semana del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo: "Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: 'Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar'. ¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo".

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo"

Es como si Jesús me dijera: "Hijo, me dices que no tienes las fuerzas. Apenas te menciono que debes renunciar a lo que posees, caes en la desesperanza. ¡Despierta de una vez! ¿De dónde crees que viene ese desánimo? ¿Hay algún motivo para que creas que te estoy culpando? No. Esa desesperanza no es mía, es del demonio. ¿No perdoné yo a la adúltera, comí con Mateo y construí mi Iglesia sobre la roca del desparramado de Pedro? ¡No tengas miedo! Es verdad que no entrarás en el reino si no dejas todo lo que posees. Pero no seas vanidoso, no creas que lo vas a lograr tú solo, porque no puedes: lo vas a lograr conmigo."

Jesús: ante este texto, me gustaría entrar en completa entrega, ofreciéndote mi renuncia a todo lo que tengo para poder entrar en tu reino. Pero miro lo que hago cada día y a qué dedico mis horas, y me enfrento con la realidad: no puedo. Me abruma tu exigencia, Señor. No puedo renunciar a todo, no soy capaz... no tengo fuerza. Y aunque sé que quiero hacerlo, tengo claro que cuando salga de mi escritorio, de este lugar de oración y trabajo, voy a querer abalanzarme sobre tantas otras cosas que no tienen nada que ver contigo. Qué miedo y qué dolor más grande saber que no puedo ser tu discípulo.

Jesús, gracias por venir con este mensaje de realidad. Es difícil, y me asusta no ser de los tuyos. Gracias porque consistentemente te dedicas a levantar a los débiles y los poca cosa para convertirnos en trono de tu gracia. Toma mi trabajo y mi ambición por las cosas de este mundo y transfórmalos en fecundidad y generosidad hacia mis hermanos. Perdóname por perder el norte en este camino. Enséñame a compartir y a ser desprendido.

AMÉN

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