Evangelio miércoles 10 de mayo

Miércoles 10 de mayo de 2023 | Osvaldo Andrés Iturriaga

10 de MAYO del 2023

Evangelio según San Juan, capítulo 15, 1 - 8

Miércoles de la Quinta Semana de Pascua

Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Separados de mí, nada pueden hacer"

Siento como si el Señor me dijera "todo lo que hagas, hazlo recordando que eres el sarmiento que viene de la Vid que soy Yo. Si intentas separarte de mí, o si hay cierta tarea que debes hacer, cierta persona con la debes tratar, y la haces como si yo no existiera, te quitará toda posibilidad de dar frutos abundantes. Los frutos que coseches serán escasos y te dejarán esperando por más. Hazme parte de toda tu vida, llámame cuando me necesites y estaré ahí para iluminarte".

Me cuesta tanto "permanecer" en la cercanía del Señor. En ciertas actividades o áreas de mi vida, a veces logro, al menos desde la razón, recordar que ellas cobran sentido cuando las hago desde el servicio a los demás, tratando de poner a Jesús en el centro. Pero caigo tan fácil en la murmuración contra otros, en el quejarme, en criticar a los demás, que todo mi deseo de ser fecundo se desmorona. Necesito aprender a mirar la realidad y a los demás con otros ojos, que me permitan ver desde el amor de Cristo por la humanidad, y no desde mi egoísmo e impaciencia.

Querido Señor, enséñame a rendirme ante ti, renunciando a todas las trabas que pongo para poder instrumento tuyo. Que ninguno de mis criterios, incluso los que parecen más razonables, se anteponga al de tu amor, al de mirar a cada persona como si fuera Hija de Dios, tan digna de todo mi amor como aquellas personas a quienes sí me nace querer. Ayúdame a buscar siempre, en cada momento, en cada actividad, no perder nunca la oportunidad de encontrarte en lo pequeño e inesperado.

AMÉN

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