Evangelio martes 23 de enero

Lunes 22 de enero de 2024 | Juan Enrique Coeymans

23 de enero de 2024

Evangelio según San Marcos 3, 31-35

Tercer martes del Tiempo Ordinario

Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". Él les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

"Estos son mi madre y mis hermanos"

Siento que Jesús me está diciendo: "Tú y tus prejuicios tienen tanto de qué aprender. Deja de pensar en términos de bandos, y date cuenta de que no importa tanto a qué adscribes, sino qué haces. El que hace la voluntad de mi Padre construye sobre roca y ese es mi hermano. Guíate por el amor, guíate por las bienaventuranzas, guíate por los que hacen algo concreto por aquellos que están más aproblemados y tristes. Así que si quieres ser tú también de los míos –mi hermano- haz la voluntad de mi Padre que está en el cielo".

Cuando me enfrento a este texto, mi primera impresión es confundirme y molestarme porque pareciera que Jesús desconoce a la Virgen María. ¿Cómo puede ser eso? Pero, cuando profundizo, veo que, en vez de negarla a ella, en vez de decir que ella no es su familia, Jesús pone el foco en otro punto: amplía su familia. No se limita a aquellos que creen en Él o que somos miembros de su Iglesia, sino que aquellos que cumplen la voluntad de su Padre. Da lo mismo si soy súper practicante, si opino tal o cual cosa, si voto por 'x' o por 'y'. Lo que importa es que cumpla la voluntad de su Padre.

Jesús, yo quiero ser de los tuyos y, aunque no siempre he cumplido la voluntad de tu Padre, ahora quiero hacerlo. Quiero encontrarme tú a tú contigo, descubrir la Divina Providencia en la palabra y en la vida y, sobre todo, quiero cumplirla a cabalidad, porque tengo la esperanza de que me dé vida ¡y vida en abundancia! Señor, quítame este corazón de piedra que no ve a los demás en mis hermanos; muéstrame cómo ser un hombre de verdad, lleno de pobrezas que Tú puedes transformar en tesoros para mis hermanos y los míos.

AMÉN.

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