Evangelio lunes 11 de marzo

Lunes 11 de marzo de 2024 | Bernardita Marín Paul

11 de marzo de 2024

Evangelio según San Juan 4, 43-54

Cuarto lunes de Cuaresma

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado: «Un profeta no es estimado en su propia patria». Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño». Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre». El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Meditación Bernardita Marín Paúl

"Anda, tu hijo vive"

Creo que el Señor me quiere decir; Quiero que sepas que estoy siempre contigo, en lo que te cuesta, en tus dolores, soy un Dios vivo que acompaña, consuela y te ama. ¿Tu cuidas a tu ser amado?, así y mucho más te cobijo Yo. Vive mi espíritu de amor y cree en la fuerza del amor que tengo. ¡¡Tu hijo vive!! Yo lo estoy con él, para siempre. Esa certeza debes tener para transitar en la tierra, tranquila y segura, reconociendo los dos mundos, el divino y el humano y agradeciendo, esa unión bajo mi nombre.

Aquí mi Señor relata cómo está pendiente y al tanto de todas mis preocupaciones y desvelos. Lo siento vivo y que con fuerza me dice; que recuerde, El cuida de mí y de mis hijos. Qué tranquilidad me regala el saber que, así como está conmigo, está con ellos, sin juzgarlos, ya que muchas veces no vislumbran, lo grande que puede ser el amor de nuestro Señor.

Señor, cuida de mis hijos, protégelos, que necesitan de Ti. Gracias, porque tu ayuda y protección me anima a pararme y ponerme a caminar en búsqueda del Reino. Solo quiero agradecerte, el infinito regalo de ser madre y compartir contigo este desafío. Confío que serás su luz, y les darás la vida eterna, aunque ellos no te vean, Tú los sostendrás por siempre, que así sea.

AMÉN

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