Evangelio domingo 4 de febrero

Sábado 3 de febrero de 2024 | Juan Francisco Bravo

4 de febrero de 2024

Evangelio según San Marcos 1, 29-39

Quinto domingo del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.» Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"Le llevaron todos los enfermos y endemoniados"

Pareciera que el Señor Jesús quiere decirnos: Mi tarea frente a los necesitados fue calmar sus problemas y sanar sus tribulaciones. Pero eso complementado con la oración: con el retirarme en silencio y en soledad. Ustedes, discípulos queridos, trabajen para tener un sano equilibrio: sanar, ayudar, pero también dar tiempo al silencio y a la concentración conversando con el Padre. Esta sana combinación normalmente no la cumplen: solo rezan o solo sanan y ayudan. Recuerden que concentrarse en la acción o la pura oración es impedir que el Padre los utilice con sus manos de misericordia. Yo les deseo a ustedes, queridos hermanos del alma, que sean siempre imitadores míos en su vida diaria.

El no tener ese sano equilibrio entre acción y oración, es un defecto en que caemos la mayoría de los cristianos. Esto no es porque seamos unilaterales, sino que porque las dos cosas son importantes y no debemos darle importancia a una y minusvalorar la otra. Porque el ayudar a los necesitados es parte de la acción salvadora de Jesús. Pero esa ayuda debe ser equilibrada, llena de ternura y de misericordia. Debe nacer de un corazón tranquilo que es capaz de conversar con la intimidad del hijo con su padre y, así, lo que hacemos es reproducir lo que Jesús hace, porque en este tiempo de 2000 años después de la encarnación de Jesús, lo que hagamos es prolongación de la acción de Jesús en el tiempo.

Querido Señor Jesús, me recojo y te adoro, y te doy gracias por tu amor que sana con la ternura del Padre para cada uno de nosotros. En que nuestras manos son la manos tuyas querido Señor Jesús, porque lo que Tú deseas es que nosotros tus discípulos seamos una aparición tuya frente los necesitados. Dame, Señor la gracia de que todo mi ser esté lleno de tu acción sanadora y remediadora, pero lleno también con los ojos de misericordia que tienes Tú. En tus manos pongo todo lo que necesito para ser un cristiano equilibrado que por eso mismo sea yo y cada uno de tus discípulos una aparición tuya ante los hombres en la vida diaria. Señor, quiero quererte con todo mi corazón.

AMÉN.

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