Control por escrito del horario espiritual

un fundamento muy simple: si no lo hacemos, al cabo de una o dos semanas ya habremos olvidado nuestros buenos propósitos. Por otra parte, tenemos que contar con los cambios de estado de ánimo a los cuales todos estamos sometidos: cuando se acaba el entusiasmo, se tiende fácilmente a abandonar todo.

P. Rafael Fernández

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Un fundamento muy simple: si no lo hacemos, al cabo de una o dos semanas ya habremos olvidado nuestros buenos propósitos. Por otra parte, tenemos que contar con los cambios de estado de ánimo a los cuales todos estamos sometidos: cuando se acaba el entusiasmo, se tiende fácilmente a abandonar todo.

No debemos menospreciar el peso y las heridas que dejan en nuestra alma el pecado original y nuestras propias caídas... No presumamos que somos una excepción, que no nos olvidaremos ni nos dejaremos llevar por las «ganas». La experiencia nos convencerá de lo contrario. Las heridas del pecado original se harán sentir hasta el término de nuestra vida. Por eso, es preciso estar siempre alertas, vigilantes y ser suficientemente prudentes, usando este medio que parece insignificante, pero que, en la práctica, resulta importantísimo. En realidad no es fácil mantener siempre el control por escrito y muchas veces estaremos tentados de dejarlo de lado, pero es necesario hacer el esfuerzo y mantenerlo aunque nos cueste.

No pensemos, tampoco, que cuando ya hemos adquirido el hábito, podemos dejar de controlarlo en el horario espiritual. No es raro constatar que cosas que nos sirvieron mucho y que en otro tiempo las cumplíamos regularmente, de pronto, las fuimos dejando de lado...

Normalmente el horario espiritual se anota todas las noches, cuando hacemos la revisión del día. Eventualmente, para alguien podría ser más adecuado hacerlo en la mañana. Para facilitar el control por escrito, se puede organizar el horario espiritual según el modelo que ofrecemos a continuación. En él incluimos el control de las renovaciones del examen.