Iglesia en Chile en estado de oración y discernimiento

En estos momentos de incertidumbre y dolor, donde muchos claman por verdad y justicia, y en el que nuestra Iglesia chilena se enfrenta a la necesidad de volver a ser testimonio del amor de Cristo en el mundo, resulta indispensable que cada uno de nosotros se encuentre de frente a Dios y ore intensamente.

Lunes 14 de mayo de 2018 | Juan Zuñiga A

Francisco en su viaje apostólico a Chile nos dejó una clave para discernir la voluntad de Dios en medio de la vida: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Más que nunca en estos momentos de incertidumbre y dolor, donde muchos claman por verdad y justicia, y en el que nuestra Iglesia chilena se enfrenta a la necesidad de volver a ser testimonio del amor de Cristo en el mundo, resulta indispensable que cada uno de nosotros se encuentre de frente a Dios y ore con gran intensidad, como lo hizo el mismo Señor ante cada situación compleja (Lc 5,16).

¡Un verdadero momento de oración!, como lo habría hecho Cristo, en el que hagamos nuestro el sufrimiento que muchos sintieron por el actuar de algunos pocos. Un espacio para pedir perdón por el hermano que hizo tanto daño, un instante para mirar con sana autocritica lo que pudimos haber hecho para escuchar con el corazón. Experimentar una antesala a Pentecostés de súplica y misericordia, vivida en este Santuario de Schoenstatt, en el año del Padre, cuya figura hoy resulta tan paradigmática. Implorando al Espíritu para que nos regale la sabiduría para discernir el camino para restablecer la Alianza de Amor entre la Iglesia chilena, Pueblo de Dios, y el hombre… y jugarnos por concretarla.

 Orando junto a María, para saber acoger al que sufre por nuestros errores y delitos, para que esto no vuelva a suceder en nuestra tierra, ya que cada uno es para Dios: “tierra sagrada” (Ex 3,5).

Oración Inicial

Ofrecimiento a María

Cuanto llevo conmigo 
lo que soporto, 
lo que hablo y lo que arriesgo, 
lo que pienso y lo que amo, 
los méritos que obtengo, 
lo que voy guiando y conquistando, 
lo que me hace sufrir, 
y lo que me alegra; 
cuanto soy y cuanto tengo, 
te lo entrego como regalo de amor, 
para la fuente de gracias, 
que desde el Santuario brota cristalina, 
para penetrar el alma de quienes a Schoenstatt han dado su corazón; 
para conducir bondadosamente hasta allí, 
a los que, por misericordia, quieras escoger; 
y para que fructifiquen las obras 
que consagramosa la Santísima Trinidad. Amén

1ER MOMENTO: DOLOR Y VERGÜENZA

 “… todos los testimonios recogidos… hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”. Francisco, Carta a los Obispos de Chile.

Jesús nos dice “Dejen que los niños vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos” (Mt 19,14)”

El abuso sexual y otros tantos abusos al interior de nuestra sociedad dañan en los profundo la integridad de la persona. Es aún más terrible cuando ese ataque ha venido de alguien cercano: de un familiar, un educador o un consagrado, entre otros. A esas vidas crucificadas se les ha impuesto muchas veces el duro yugo de la indiferencia, la falta de acogida, ausencia de misericordia y de justicia.

Traigamos a la memoria todas aquellas ocasiones en las que como cristianos dejamos de ver el rostro sufriente de quienes han sido víctimas de abusos. Busquemos en nuestros recuerdos aquellas oportunidades en donde hemos tolerado la existencia de ambientes insanos al interior de comunidades, trabajos, colegios, familia y en toda instancia en donde no actuamos como hombres y cristianos, maduros y responsables de la integridad de los más débiles: "El Rey les responderá: En verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron”  (Mt 25,40)

Pidamos perdón al Señor por el daño hecho por nuestros ministros y por tantos hermanos de esta Iglesia que precisamente estaban llamados a facilitar el encuentro de toda persona con el Señor. Para que Él tenga piedad de estos actos y también del silencio e indiferencia de nuestras vidas, por la falta de escucha y nuestra incapacidad de salir de nosotros mismos y de nuestras rutinas. Por girar entorno de los mismos lugares comunes y no hacer nada significativo para denunciar, acoger y acompañar.

  • Señor te pedimos perdón por el dolor causado por nuestros ministros y la indiferencia de tu Pueblo. Porque con cada una de estas acciones hemos crucificado a niños, niñas, jóvenes y a tantas personas que se acercaron a nosotros para conocerte. Señor ten piedad.
  • Señor, te pedimos perdón por los prejuicios, inseguridades, incompetencias, delitos y falta de caridad al interior de tu Iglesia. Por no denunciar con claridad y firmeza que un abuso sexual es un delito y por faltar a nuestra responsabilidad de discernir qué harías tú en cada circunstancia de la vida. Cristo ten piedad.
  • Señor te pedimos perdón por construir una Iglesia tan desunida, por olvidar a tantos, por contentarnos con lo más fácil y por el infantilismo con el cual vivimos nuestra fe. Te pedimos perdón por  no acompañar a nuestros consagrados, por destruir la familia y reemplazarla por el dinero y la tecnología. Perdónanos por robar y adueñarnos de lo sagrado, por usarte para nuestros placeres y objetivos. Por no ser verdadera comunidad. Señor ten piedad

 

 

2DO MOMENTO: ROSTROS MISERICORDIOSOS

“He dicho algunas veces que la Iglesia se parece a un hospital de campaña: tanta gente herida, tanta gente herida… que nos pide cercanía, que nos piden aquello que pedían a Jesús: cercanía, proximidad. Y con esta actitud de los escribas, de los doctores de la ley y fariseos, ¡jamás! - ¡jamás! daremos un testimonio de cercanía”. Francisco, discurso del 19-09-14

¿Cómo construir esa cercanía?.... El santo Padre ya nos había dado la clave:

“Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36)

Este era el lema de la Misericordia que vivimos hace un par de años. No podemos ser rostros misericordiosos sin antes haber experimentado la misericordia en nuestras vidas. Sin haber visto la mirada compasiva de Dios.

Buscarlo no significa eludir la justicia. Es más bien la certeza que si ella está fundada en el amor, construye y da frutos aún en el peor terreno. El amor de José Kentenich permitió al Movimiento subsistir en los momentos de injusticia (Dachau) y prueba (Milwaukee).

Por esta razón pedimos perdón confiando en la misericordia de Dios. Mirando sus entrañas, abrazando a su Iglesia como a una Madre para todos: para las víctimas y también para los victimarios (Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Mt 5,44).

Hacemos oración:

  • Señor Misericordioso, hemos vivido tu perdón y abrazado tu misericordia. Te pedimos que como nosotros, todas las victimas de cualquier clase de abuso en nuestra Iglesia reciban de tu parte el consuelo y la justicia que buscan, y que nosotros podamos ser los rostros misericordiosos que ellos siempre han esperado. Con María Madre del que sufre, roguemos al Señor.
  • Padre Justo, permítenos que durante este tiempo nuestros corazones puedan dar efectivas muestras de arrepentimiento para que tu justicia nos encuentre encaminados en reparar nuestras faltas y en trabajar más comprometidamente en contra de cualquier abuso. Danos más fe para crecer y dar frutos en estos tiempos adversos y quédate con nosotros al ponerse el sol. Con María modelo de discipulado, roguemos al Señor.
  • Padre envíanos tu Santo Espíritu, para que el tiempo de oración y espera al que nos ha llamado Francisco y nuestros obispos, sea un nuevo Pentecostés para tu Iglesia en Chile. Para que desde las heridas surja la renovación en las formas de relacionarnos con tus consagrados, para que ellos aprendan a vincularse más humanamente con el mundo, fortalezcan su afectividad y se sientan acogidos por sus comunidades. Señor, te pedimos nos regales nuevos pastores con olor a ovejas, fieles servidores de la verdad y la misericordia, que puedan reparar los daños que como Iglesia hemos causado y tolerado.  Con María de Pentecostés, roguemos al Señor.

 

3ER MOMENTO: REPARACIÓN

Francisco decidió invitarlos a la residencia de Santa Marta para “pedirles perdón, compartir su dolor y su vergüenza por lo que han sufrido y, sobre todo, escucharlos en todas aquellas sugerencias que puedan realizarse para evitar la repetición de semejantes hechos reprobables”.Palabras de Greg Burke, portavoz del Vaticano,el 26 de abril de 2018

Que importante es involucrarse de manera activa en la reparación de los errores y dolores causados. Aun cuando no se haya sido parte de los mismos, si podemos contribuir a repararlos, en actitud solidaria con quienes sufren y de los que trabajan por el perdón y el encuentro.

“Entre tanto, de pie ante el Señor, Zaqueo le decía: Señor, voy a repartir la mitad de mis bienes entre los pobres; y si en algo he defraudado a alguna persona, se lo devolveré multiplicado por cuatro” (Lc 19,8)

Como nos recuerda el Papa Francisco:sin fe y sin oración no podemos construir fraternidad. Para volver a ella son necesarios los actos de reparación, para que todos y cada uno de los hijos e hijas de Dios puedan vivir en el Reino del Señor al que nos invita cuando nos dice: “Permaneced en mi” Jn 15,4

Oremos como hermanos la oración que nos hace permanecer en él: Padre Nuestro...

Mirando a María, Madre del Pentecostés, comprometamos capital de gracias para que todas las víctimas de abuso por parte de la Iglesia reciban el consuelo, la justicia y reparación que necesiten. Para que la visita de los Obispos chilenos a Roma sea el camino para una renovación de nuestra Iglesia haciéndola más misericordiosa y cercana con todos, especialmente los que sufren.

Anotemos nuestro aporte al capital de gracias, tanto espiritual como material: Oremos y actuemos. Consagremos estos propósitos a María:

Oh Señora mía, o Madre mía, yo me ofrezco todo a Ti 
y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día: 
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. 
Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, 
guárdame, defiéndeme, utilízame
como instrumento y posesión tuya. Amén.

Con Cristo su Hijo, nos bendiga la Virgen María. Amén.

Juan Zuñiga A

Grupo San Juan - Rama de Hombres

Santuario Cenáculo - Bellavista

Comentarios
Total comentarios: 1
15/05/2018 - 16:16:21  
Siempre es necesaria la oración. Felicito a quien preparó este texto.
De todos modos espero de corazón que la oración no sea excusa para pensar que está todo bien y que todo se resolverá mágicamente. No!, también hay que pedir reparación de la Iglesia y de Schoenstatt y sus propios casos de abusos con acciones concretas. Pedir perdón y asumir responsabilidades, es quizás, más necesario hoy que la misma oración. Que nuestro rezo nos ayude a abrir los ojos y saber exigir a quienes dirigen el movimiento, de no ser así, de qué sirve rezar?.

Felipe
Santiago
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