Evangelio viernes 10 de julio

Viernes 10 de julio de 2020

10 de JULIO de 2020

Evangelio según San Mateo, capítulo 10, 16 - 23.

Viernes de la Décima Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre.

Meditación de nuestro equipo.

"El Espíritu de su Padre hablará en ustedes"

Parece que Dios dijera: si ustedes creyeran que el Espíritu Santo actúa siempre que se lo invoca y su eficacia es real, no pararían de refugiarse en Él. Si los apóstoles no lo hubieran recibido, habría sido imposible que cumplieran su misión. Más aún, si María no hubiera aceptado la acción del Espíritu Santo en ella, no habría sido posible la historia de Salvación. Lo que trato de decir es que le tomen cariño al Espíritu Santo, Él es el amor en la Trinidad. Su acción es pronta y efectiva, tanto para las cosas del espíritu como para las más comunes y corrientes de cada día.

La acción del Espíritu Santo la he sentido en mi relación con lo espiritual y también en cosas que me cuestan o son difíciles de expresar. Siento una gran compañía y confianza cuando lo hago. Muchas veces los niños se ríen de mí porque si tienen prueba o alguna reunión importante, les digo que le pidan al Espíritu Santo. Creo en Él, sin duda. Lo que me hace olvidarlo o no invocarlo, es la saturación. El no ir compartiendo con Jesús, cada noche lo que tengo en mi corazón. Entonces, junto y junto las cosas que me angustian hasta desbordar y expulsar sin prudencia mis sentimientos. Esta pandemia, sin duda, requiere que invoque cada día su presencia.

Querido Señor: te agradezco por el gran regalo del Espíritu Santo. Por sus maravillosos dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios. Como también por sus frutos: Amor, Alegría, Paz, Paciencia, Longanimidad, Benignidad, Bondad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia y Castidad. Gracias por dejarnos una Madre que, sin duda, vivía cobijada en el Espíritu Santo y que supo vivir con cada uno de estos dones y frutos. Permite que me acuerde de invocar al Espíritu Santo en todas las circunstancias de la vida.

AMÉN

 

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