Evangelio miércoles 16 de septiembre

Miércoles 16 de septiembre de 2020

16 de SEPTIEMBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 7, 31 - 35

Miércoles de la Vigésima Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

Santos Cornelio, Papa, y Cipriano, Obispo. Mártires. Memoria obligatoria

¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos".

Meditación de nuestro equipo.

"Llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!"

Siento como si el Señor me quisiera decir: "qué difícil es que mi Palabra entre en tu corazón, si no estás dispuesto a recibirla. Si, en lugar de abrir el oído, te dedicas a racionalizarlo todo, a crear justificaciones; o si, en vez de tener una mirada pura, te llenas de juicios, o te arrogas una superioridad moral; si, en definitiva, insistes en mirar el mundo con tus criterios en vez de los criterios del Padre, nunca podrás aprehender realmente mi mensaje, y la hondura y grandeza human que el Evangelio conlleva..

Esta palabra me hace pensar fuertemente en esa costumbre tan arraigada en nuestra cultura actual, de desconfiar tanto del otro; de cerrarnos a escuchar a ese otro porque lo prejuzgamos, o porque algo en él no nos gusta. Cuántas veces me niego a ver a Dios manifestándose a través de las personas, o a Cristo presente en el otro, porque estoy lleno de juicios hacia esa persona, por su apariencia, su ideología, etc. Hoy el Señor me invita a tener los ojos abiertos para advertir su presencia, sobre todo a través de aquellos que menos me esperaría, y no olvidar que todos somos hermanos en Él.

Querido Señor, quiero poder salir del escepticismo al que me invita el mundo, y mirar con tus ojos, para poder notar el amor del Padre a cada paso que doy. Enséñame a vaciarme de mí mismo, a dejar los juicios que me impiden abrirme a aquellos que, por mi propio orgullo, juzgo en mi corazón. Te pido la humildad de saberme necesitado de tu amor, y la mansedumbre para poder ser instrumento de tu paz en estos tiempos de división. Bnedito seas Señor.

AMÉN

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