Presentación del libro con las obras del Padre Ángel Vicente Cerró

CIELO Y GREDA - LA BELLEZA DEL ARTE SAGRADO

CIELO Y GREDA es la feliz congruencia y profundo entreveramiento de tres artistas, tres amigos y tres hombres de Dios: Vicente, Rafael y Joaquín que unen sus talentos y sus facultades de percepción: la MANO, el OJO y la LENGUA, que regalan sus dones en una obra única, colectiva, llena de belleza y con profundo entusiasmo, que significa literalmente "un estar completamente poseídos de Dios": de allí que la obra final, el libro, exude por todos lados una obra hecha con teckné, es decir, "un saber hacer, hecho con amor".

| Cristian Leon Cristian Leon

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Presentación del libro
Obras del Padre Ángel Vicente Cerró
Fotografías: Padre Rafael Fernández de Andraca

Texto: Padre Joaquín Alliende Luco

INTRODUCCIÓN
LA BELLEZA DEL ARTE SAGRADO

La misión del artista, si puede decirse así, consiste en expresar el elemento eterno de la naturaleza, la belleza, en poner de relieve su belleza esencial. El artista nos muestra una naturaleza amplificada y simplificada, desprendida de todo lo superfluo, de todo lo insignificante. Nos muestra una obra que es según la medida de su experiencia, de su corazón y de su espíritu.

La naturaleza es el instrumento de Dios... el arte, el instrumento del hombre. El arte es el gesto de la belleza, y la belleza es "el esplendor de la verdad" como nos recuerda Platón.

De nada, el hombre no puede hacer nada. Cuando el artista hace una obra, toma prestados sus elementos un mundo ya existente, en medio del cual vive. Así el artista que hace arte sacro, está guiado por la naturaleza de las cosas divinas, ella es la gran fuente de la que nutre su intelecto y estimula su imaginación. Cuanto más se ha penetrado en el espíritu de las cosas divinas, cuando más se ha experimentado el amor de Dios, más completa es la noción que se puede dar de ello. Y cuánto más y mejor se posean y dominen sus medios de expresión, mejor se puede trazar su imagen y comunicar las verdades reveladas al artista.

Para ello es imprescindible que el artista sea capaz de saltar sobre sí mismo, de abolir su ego y ser capaz de perpetuar simple y dócilmente un modelo ya consagrado, que transmita una cualidad ontológica que revele la plenitud del ser, en este caso, del ser divino, haciendo así una obra profundamente conmovedora al postergar toda inclinación autorreferente a fin de presentar la Verdad.
¿Qué ha pasado hoy? El artista actual se ha emancipado, y en la conquista de su autonomía, obedece a sus propios instintos, pensamientos o estados anímicos, muchas veces dominado por un profundo sicologismo o sentimentalismo, cuando no está gobernado por un racionalismo feroz, pero su norte es ir tras la ansiada "originalidad" cayendo en el espejismo de las formas. Así el arte se ha vuelto hermético, dejando de conectarse con la vida, y se transforma en un misterio inescrutable y clausurado para el gran público lego, sólo comprensible para unas pocas mentes "lúcidas" y entendidas, que conforman un estrecho círculo exclusivo y excluyente. Estamos hablando de gestores, críticos, artistas, galeristas o teóricos del ámbito académico. Siendo así las cosas hay dos caminos: limitarnos a valorar las superficies estéticas, y por tanto quedarnos en la epidermis, en las sensaciones puramente exteriores –sentido original del término estética, aesthesis-, o sentir que el arte ya no es imprescindible para mi vida. Esto último implica aprender a vivir en una esfera donde el arte ya no es necesario y no tiene carácter de fundamental para nuestra vida, pues queda como algo suntuario o un simple placer refinado o excesivo. Si hoy día hemos entonces aprendido a vivir sólo de pan, al contrario del consejo evangélico, es porque nos hemos ido alejando de un principio fundamental del hombre auténticamente sano, cuyo corazón reposa en Dios. En cambio el arte cristiano debiese revelar una operación del Espíritu, ya que es Dios mismo el que revela la presencia del Espíritu supremo y toda forma bella deriva su belleza de esa fuente trascendente, en que su verdadera belleza reside en que nos vehicula a una realidad espiritual, es decir, producir en nosotros, un tipo de teofanía.

I. LOS ARTISTAS

CIELO Y GREDA es la feliz congruencia y profundo entreveramiento de tres artistas, tres amigos y tres hombres de Dios: Vicente, Rafael y Joaquín que unen sus talentos y sus facultades de percepción: la MANO, el OJO y la LENGUA, que regalan sus dones en una obra única, colectiva, llena de belleza y con profundo entusiasmo, que significa literalmente "un estar completamente poseídos de Dios": de allí que la obra final, el libro, exude por todos lados una obra hecha con teckné, es decir, "un saber hacer, hecho con amor".

• EL ESCULTOR Y LA MANO

El padre Ángel Vicente: "vincens", el ángel vencedor, que triunfa sobre la materia para transmutarla en espíritu, que extrae de la materia inerte, ya sea el yeso, la terracota o el bronce las formas poseídas del aliento vivificante del Espíritu que sirven de soporte para la contemplación, produciendo en quien contemple su obra la hoy rara cualidad de la ANAGOGÍA: es decir, guiarnos hacia lo alto mediante la elevación y conmoción del espíritu en la contemplación de las cosas divinas. Contemplar con los ojos del alma, remontándola de lo sensible a lo inteligible. Cualidades todas que no son posibles sin el acabado manejo de las formas, que es la condición forzosa del escultor. Sin la forma no es posible para él expresarse y nada es visible. La habilidad de su mano permite el dominio de la materia a través de la forma, permitiendo la configuración de todos los cuerpos, del espacio, del estado íntimo del alma. Acometiendo la materia inerte, la vence, liberando el espíritu aprisionado en ella. Y si bien la forma es la expresión exterior de un cuerpo, la expresión de sus volúmenes y superficies, también revela sus formas interiores, que en el caso de la obra escultórica del padre ángel Vicente, posee un extraordinario dinamismo proyectivo, tanto en altura como en profundidad: la GREDA nos ha conducido al CIELO.

•EL FOTOGRAFO Y EL OJO

El padre Rafael. Rapha-el, "aquel que Dios ha sanado", patrono de los peregrinos, acompañando el camino artístico del escultor, acompañando, asistiendo y observando el camino espiritual de la familia de Schoenstatt con su prolífica obra escrita, artística y vital. Así como un dibujante debe poner formas en un plano vacío, un fotógrafo trabaja con la realidad, que nunca es vacía. Su tarea es eliminar de ella lo que no esté de acuerdo a sus propósitos, para que lo esencial y auténtico salga a relucir y alcance el "esplendor de la forma", sanado la materia. El ojo no ejercitado capta más lentamente el movimiento interno de las cosas. Ver es conocer. No basta con explicar cómo es el objeto en realidad, sino también por qué aparece como lo vemos. ¿Qué ve el ojo ejercitado del padre Rafael? Ve con una sola mirada no sólo el objeto escultórico, sino también su contorno, el conjunto; capta de golpe el carácter de las proporciones, la manera en que las figuras se destacan de las otras en el espacio y ve el efecto de la luz. Su cámara ha abierto los ojos al resto de nosotros para que veamos esa armonía de las formas traducidas de una manera comprensible para los demás, sanándonos para apreciar los destellos divinos que guardan las formas escultóricas.

•EL POETA Y LA LENGUA

El padre Joaquín, yehoyakim, "Yahvé construirá,". La misión del poeta es recordarnos lo que a todos se nos olvida. Y recordar significa precisamente: "volver a hacer pasar por el corazón". Como imagen de Dios, crea y construye mundo con las palabras, dotándolas de nuevos sentidos, regalando matices, inaugurando nuevos horizontes, amplificando la palabra, transformándola en obra, en Verbo activo: "Hágase la luz", primero fue la palabra y luego "vio Dios que era bueno/bello". Cristián Warnken escribió una vez que "los poetas bautizan el mundo, lo nombran de nuevo, lo limpian, lo hacen más transparente". A su vez, la construcción de la palabra escrita permite abolir las limitaciones temporales del habla y extenderla infinitamente en el tiempo. Así, gracias a la escritura, la palabra nos deviene eterna y la obra del escultor queda así acompañada eternamente por el poder sacramental de la palabra del poeta.

II. LAS OBRAS

En definitiva porque uno entregó sus manos, otro sus ojos y otro su lengua, se debió ante todo, porque habían ya consagrado antes su corazón...a quién? A María. De allí que el viaje que propone el presente libro lo podría resumir en un peregrinar en tres movimientos: MARÍA, MADRE DE DIOS - MARIA, ESPOSA DE CRISTO - LOS OTROS HIJOS DE MARÍA

III. LA VOCACIÓN DE TODO HOMBRE:
EL TRABAJO COMO EXPRESIÓN DE BELLEZA

Por tanto, y para concluir, nos acercamos a algo que es de capital importancia comprender, para luego recuperar, si es que creemos en una verdadera restauración de nuestro trabajo como la expresión auténtica de nuestra vocación especialísima que Dios sembró en cada uno de nosotros, y donde este libro nos podría conducir a cuestionarnos que quizás el artista no es un tipo especial de hombre, sino que todos, al ser genuinos hijos de Dios, estamos llamados a participar con nuestros mejores talentos en la edificación y conclusión de este mundo, y por tanto todos somos, en el mejor sentido, artistas colaboradores y cocreadores de la Creación, es clave escrutar las voces que hablan en nuestra alma a fin de discernir nuestra propia vocación, cuyo medio de expresión más eficaz y original es el trabajo. Así la finalidad del arte es en general el bien del hombre, el bien de la sociedad y, en particular, la satisfacción ocasional de una necesidad individual". Por ello, "cuando se ha decidido que se debe hacer tal o cual cosa, el modo correcto de hacerla es con arte. No puede haber un buen uso sin arte. .... CIELO Y GREDA nos quiere hacer recordar eso.
Muchas gracias.

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