ARGUMENTOS A LA CARTA- Por Jesús Ginés O.

| Jesús Ginés O. Jesús Ginés O.

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Una adolescente, alumna de Liceo, me pide algunas ideas para enfrentar el debate sobre aborto terapéutico y matrimonio homosexual. Con gusto le respondo con un brevísimo esquema que puede ser útil para adolescentes y también para personas maduras que tienen todavía dudas al respecto.  Para facilitar la lectura, le pongo números a los temas:

1.- No matar es un principio de ética natural, ratificado por todas las religiones. Es así de simple y muy racional, por lo demás. A todos nos gusta vivir y como todos somos absolutamente todos, no puede haber excepción en asunto tan conveniente. No matar a nadie, nunca. El hombre lo exige y Dios lo manda.

2.- Solo se mata lo que está previamente vivo: Si el feto está vivo, sin entrar a preguntar cómo y porqué está ahí, matarle estará siempre mal. Sacar un feto muerto no es aborto. Es simplemente limpieza de restos que fueron humanos. Este principio se deriva del anterior. No hay que hacer, ni menos hacerse trampas, invocando triquiñuelas pseudocientíficas. O está vivo, o no. Simple.

3.- Todos los seres humanos somos imperfectos (física, psíquica y espiritualmente). Matar a una persona, porque es física o psíquicamente imperfecta será un crimen igual. ¿Quién tiene derecho a poner el límite de cualidades de un ser vivo para que merezca vivir? Lo de la inviabilidad fetal, malformación y otros calificativos suenan a restricciones a la vida con defectos. Si llevamos el argumento hasta el absurdo, ningún ser humano debiera nacer. Todos nacemos con alguna tara, aunque algunos quieran disimularlas después.

4.- En caso de chocar dos derechos a la vida (madre y feto), objetivamente ambos valen lo mismo. Las circunstancias pueden sugerir uno u otro efecto. Será tarea del médico y de la paciente optar por una u otra, jamás provocando la muerte directa, sino actuando con ánimo de salvar la vida de ambos. El ser racional puede optar por el sacrificio de su propia vida a favor del que puede nacer. Este es un acto heroico, moralmente superior, pero no exigible a nadie. Es lo que llaman la ley moral del doble efecto; mientras quiero salvar a una, se pierde el otro. Parece que la ciencia avanza mucho y esto ya no es tan fácil que ocurra.

5.- La violación es una barbaridad, el aborto es un crimen. Violar es forzar a alguien en su intimidad y sin su consentimiento, ya sea robar o imponer una relación sexual. Abortar es matar a una criatura que vive en el seno materno. Ambas acciones son reprobables, aunque la segunda es de mayor gravedad, porque se trata de matar a un inocente.

La mujer violada que, además aborta, es doblemente desgraciada. De la primera acción ella no es responsable; de la segunda, sí. La vida de cualquier persona,-y el feto es persona- es inviolable y debe ser respetada sobre todo por sus progenitores, así como por el médico o la matrona. El violador es un inmoral; el que mata es un asesino. Ser violada y convertirse después en asesina no parece buena idea. ¡Basta con el primer sufrimiento, para añadirle un segundo mayor aún!

5.- El matrimonio es la unión de hombre y mujer. Cualquier otra unión de seres humanos podrá ser convivencia, contrato, sociedad o cualquier otra cosa. El matrimonio (matris munus) es lo que es y no sería correcto- lingüísticamente- darle otro significado. Si dos homosexuales o lesbianas deciden convivir o hacer un pacto se podría llamar de otra manera. Matrimonio, por cierto que no. La solución de un problema sensible para unos, no se debe resolver creando un problema también sensible para otros. Dar a cada uno lo suyo es un tema de justicia. Ignorar la diferencia lleva al relativismo.

Jesús Ginés Ortega

 

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